Cuando empezábamos a respirar, con una apertura paulatina de los hoteles, surge este nuevo inconveniente, que aumenta la preocupación. Por eso, ahora más que nunca, la construcción tiene que tomar el liderazgo del sistema productivo isleño, aportando ocupación, trabajo, empleo y dinamismo.

Es un reto difícil, pero ilusionante y el tejido empresarial del sector está dispuesto a generar esa confianza, que tanta falta nos hace. Ganas no faltan, empeño se va a poner, incluso más del necesario, porque ahora es el momento de generar certidumbre. La estructura del tejido empresarial de la construcción, al estar conformada mayoritariamente por pymes, microempresas y autónomos, así como su expansión territorial en todos los municipios, es el mejor aval para asegurar el mantenimiento del trabajo.

Por otro lado, la burocracia tiene que ponerse al servicio de la sociedad, simplificando trámites, agilizándolos y resolviéndolos en tiempo y forma.  Lo que nos falta es contar con una administración pública diligente, que responda al complicado momento actual, con la resolución de los expedientes o licencias de obras con prontitud, para que no siga siendo entorpecedora, sino ayudadora de la iniciativa privada, que es quien verdaderamente dinamiza la economía, aumentando el empleo.