Es el momento de arrancar de una vez la potencialidad del tejido empresarial, como generador de actividad y empleo, porque hay que impulsar la economía inmediatamente, no podemos permitirnos el lujo de esperar más tiempo.

Manteniendo todas las recomendaciones oportunas para asegurar una situación sanitaria segura y favorable, es el momento para volver a la normalidad, dejándose de inventos que ahora no aportan nada, como la denominada nueva normalidad y aprovechar otros mecanismos que ya nos ofrece nuestro Estado social y democrático de Derecho, para empezar urgentemente la reconstrucción económica. Tenemos en nuestro ordenamiento jurídico la suficiente legislación básica para afrontar la actual situación, como pueden ser la Ley de Salud Pública, la Ley de Medidas Especiales, la Ley de Protección Civil o la Ley de Seguridad Nacional, sin estar sometidos a la excepcionalidad asfixiante.
 
No podemos seguir permanentemente confinados o parados, hay que poner en funcionamiento nuestra economía, las empresas quieren, los trabajadores también, necesitamos trabajar para producir, manteniendo el empleo y las potencialidades creadoras. La iniciativa privada debe tener la suficiente libertad, como para emprender su labor, sin impedimentos coercitivos que vienen dados más por estrategias partidistas e ideológicas, que por realidades coyunturales.