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viernes, 29 de marzo de 2024 00:49h.

Teófilo Bello presenta en el Museo Casa de “El Capitán” su libro “Alma de Labriego”

Hablar de Teófilo Bello es hacer referencia a una persona polifacética, médico, político, poeta, agricultor, ganadero… que a lo largo de este poemario “Alma de Labriego”,  ha tratado de rescatar un conjunto de vivencias que quedan plasmadas en este trabajo. Los poemas cobran vida gracias a la vitalidad de sus palabras, de los personajes que nos presenta o de las reflexiones que nos propone. 

 

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La presentación del poemario estuvo a cargo de Misael Pulido Acosta y Valentín González Évora, en La Sala La Centinela que se llenó de público expectante ante la publicación de este nuevo libro..

Son versos llenos de emotividad, de capacidad de síntesis, en fin, con una clara intencionalidad expresiva a través de una potente configuración verbal. Son textos con una magia indefinible que hacen que el lector se impresione, se inquiete y pueda sacar sus propias conclusiones.

El autor trata de provocar los encuentros más significativos entre las palabras. Tenemos la sensación de que sus personajes cobran vida. Se nos conduce por los escenarios en los que muchos de ustedes vivieron y amaron, y por lo tanto, existe esa identificación entre el texto y muchas de las personas que lo lean.

Para el autor, el destino de nuestra gente, está indisolublemente unido a su experiencia vital, no sólo porque es la tierra que lo vio nacer, “…esta tierra, que no es paraíso prestado”, sino porque ella ha conformado su personalidad, e incluso su herencia vital, siendo el poeta un testigo excepcional del devenir de  “esta tierra atormentada”, marcada por la necesidad de sus gentes y por el rigor del paisaje.

Sin embargo, Teófilo Bello es capaz de auscultar la personalidad de nuestra gente, y descubrir a esa “alma de labriego” que los chasneros de nacimiento o de adopción, llevan dentro. Al amplio número de seguidores de Teófilo Bello, sólo les queda adentrarse, desplegar cada una de las páginas de este poemario y, descubrir el “alma de labriego” que todos llevamos dentro.