Mientras que cada día millones de litros de aguas sin depurar se vierten directamente al mar, nuestros espacios marinos están viéndose degradados irreversiblemente y la vida oceánica cada día está más amenazada por la mala gestión y el desinterés de los responsables políticos, aún éstos siguen presumiendo  del mismo medio natural al que ponen en grave riesgo con sus decisiones.

La depuración natural, mediante procesos sostenibles además de abaratar la construcción y el mantenimiento de depuradoras, contribuiría a generar espacios verdes, tan necesarios en una isla engullida por la especulación urbana.

Se ha demostrado ampliamente que existen alternativas viables para acabar de manera eficiente con el desastre medioambiental en curso y además de forma mucho más económica que aquella planteada a modo de parche provisional bajo el nuevo Plan Hidrológico, por quienes parecen sentirse cómodos nadando entre los mares del despilfarro y la corrupción. 

Si bien la educación medioambiental es cosa de todas, exigimos que se cumplan como mínimo las leyes en materia de residuos, que en Canarias, pasan por un incumplimiento generalizado y una desidia sistémica en lo que a su aplicación y vigilancia se refiere, que lleva entre otras graves consecuencias a pagar de mano pública multas millonarias impuestas por la U.E. Mientras, el ciclo integral del agua en Canarias sigue regido por una visión colonial, caciquil y peligrosamente irreal que está conduciendo al agotamiento de las reservas subterráneas y a generar una mayor dependencia de las energías fósiles para obtener agua de consumo. 

El Carnaval de Santa Cruz es un baile de máscaras que no puede ocultar del todo el rostro de la negligencia y la desfachatez de quienes consideran un asunto no prioritario algo tan básico como la salud de las personas y del medio-ambiente gracias al cual sobrevivimos.