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viernes, 19 de abril de 2024 22:50h.

2020: tenemos que despegar

La situación económica y las perspectivas que los analistas dibujan para los próximos 365 días no dejan lugar a dudas: sólo la construcción puede tirar del futuro que se avecina. Desaceleración dicen unos, recesión dicen otros, crisis aseguran por todos lados… tanto da: son palabras mayores y ya sabemos que en Canarias, cuando dicen que va a llover puede que llueva o no, pero como digan que viene calima no nos libramos de ella. 

La cuestión es que después de dos  años (que se dice pronto) de incertidumbre política nacional con un panorama aún por despejar y de unas elecciones locales y regionales que dieron un giro de 180 grados a las administraciones públicas, ha habido que esperar a que los nuevos responsables de los ejecutivos se hicieran con las riendas de cada departamento, pero ya no hay tiempo para más demoras. Hay que arrancar la máquina de la administración, licitar proyectos de obras, adjudicarlos con diligencia y apostar por las empresas locales con absoluta determinación porque sólo con esas premisas conseguiremos que la construcción frene la recesión, al tiempo que el desarrollo de las energías renovables coloca a Canarias en el lugar que merece en varios sentidos: en la independencia energética por un lado y en la cima de la investigación y desarrollo tecnológico por otros. Ambos sectores; la construcción y las energías renovables están llamados a ser el motor del desarrollo económico de las Islas, obviamente junto con el turismo.

Y es que la construcción puede hacerlo. Puede evitar que en las Islas se sufra de nuevo, sobre todo si determinados destinos turísticos mejoran su competitividad respecto a la de las Islas. Debemos proteger el turismo, incentivar la renovación de la planta hotelera sí, pero el motor de la construcción debe estar a pleno rendimiento porque además… hay tanto por hacer.

A las administraciones, a todas, no les queda otra que echarle responsabilidad y poner a trabajar la caldera a toda máquina porque la construcción no sólo genera puestos de trabajo en las propias obras, sino en las consecuencias de los proyectos que realiza: en la cohesión del territorio y de su potencial económico. El parón de infraestructuras que supuso la gran crisis aún no se ha solventado. En Tenerife se siguen soportando horas y horas de colas y eso, además de poner a prueba los nervios de los conductores, reduce considerablemente el nivel de productividad de las empresas, deteriora las vías más de lo necesario, genera emisiones contaminantes cuando tanto se lucha por reducir la huella de carbono e impide que los recursos de unas zonas lleguen a otras.

Por ello se hace imprescindible que las administraciones, especialmente el Cabildo de Tenerife, realice un catálogo de obras, un “book”, que recoja los proyectos que la Isla necesita tanto si se tienen fondos para ellas como si aún no se tienen. Nos consta que el Cabildo lo está haciendo y el esfuerzo que se está poniendo en ello porque lo importante es tener esos proyectos preparados para sacarlos en el momento en que aparezcan dichos fondos o vías de financiación. Como también es importante que exista un plan que coordine a las diferentes administraciones: Cabildo, Gobierno de Canarias y ayuntamientos para conocer de primera mano las necesidades de cada lugar y aunar recursos y una perspectiva común de futuro en las infraestructuras que se necesitan.

Seguramente ahora más que nunca puede decirse que la construcción es sinónimo de progreso. Tanto en la construcción de obra civil como en la edificación se trabaja con el objetivo puesto en la sostenibilidad, en reducir al máximo la huella de carbono, en reciclar y reutilizar, en respetar el paisaje y los recursos, por eso es tan necesaria la planificación, no dejar nada a la improvisación ni a las prisas. Es fundamental que se utilice la máxima cantidad posible de materiales procedentes del reciclaje de RCDs, pero como no siempre puede ser así urge que en Tenerife se delimiten las tres zonas de extracción de áridos que la Isla necesita, al norte, sur y área metropolitana, de forma que la construcción tenga el material que precisa en todos sus ámbitos de forma sostenible y ecológicamente respetuosa. La Concap sabe mucho de propuestas a las instituciones para tener una isla lo más sostenible posible: este año se cumplen 20 de aquel primer proyecto para reciclar todos los residuos de RDCs sin coste alguno para las administraciones pública y posteriormente se intentó que dejaran a los empresarios limpiar las escombreras ilegales a coste cero. Muchos nos miraron con extrañeza pero sabíamos lo que decíamos y se llegaron a reciclar casi 30.000 toneladas diarias.

Por lo que respecta a las energías renovables debemos aprovechar el momento actual y el futuro que ya tenemos encima: tenemos viento, tenemos sol, mareas y estamos rodeados de mar cuyos recursos pueden ser explotados sin deterioro alguno. Utilicemos todo, investiguemos todo, desarrollemos cuantas posibilidades se ofrecen a esta tierra de la que un Premio Nobel dijo que es “la Arabia Saudí de las renovables”. La Concap recogió ese guante en 2002 y participamos en ambos concursos eólicos con una empresa que agrupa a más de 600 empresas y familias canarias. En 2019 hemos inaugurado nuestro primer parque eólico, Chimiche II, construido en colaboración con Iberdrola, porque mientras unos ponían obstáculos a las renovables, otros trabajábamos sin descanso convencidos de que las renovables eran y son nuestro futuro.

Las administraciones están llamadas a ser los albaceas de dichos recursos sí pero bajo la premisa de facilitar su implantación, su desarrollo y su explotación, facilitando e incentivando la inversión privada, para lo cual basta con simplificar los procedimientos administrativos porque el mayor problema que siguen teniendo las islas es la maraña burocrática que ralentiza los proyectos hasta la desesperación de quienes quieren ponerlos en marcha. 

Necesitamos normas simples, claras, que aúnen requerimientos de las diferentes administraciones. Que quienes quieran emprender un proyecto sepan exactamente lo que se les va a exigir, que cada salto de una administración a otra no sea un muro sino una autopista por la que los proyectos viajen rápido y las respuestas (a favor o en contra) también sean rápidas.

Canarias, Tenerife, no tienen tiempo que perder y quienes nos gobiernan deben entender que 2020 tiene que ser el año del despegue y que las empresas canarias hace tiempo que esperan esa oportunidad: la de despegar.