El sector de la construcción no deja a nadie indiferente, hay quien lo aprecia, porque sabe valorar lo que aporta a las personas o a la sociedad y también, quien lo denigra, desde posiciones manifiestamente ideológicas, unido a un desconocimiento de su intrínseca realidad. Es básico en cualquier sistema económico, fundamental para vertebrar y desarrollar el territorio, imprescindible para la generación de actividad económica y clave en la creación de empleo. Aporta mucho, generando sinergias en los otros sectores económicos, con una dinámica de buenos momentos, crisis coyunturales y periodos de estabilidad. Se debate entre lo mejor y lo peor, el esplendor y el declive, pero siempre sale al final reforzado, porque sencillamente es necesario. El argentino Leopoldo Marechal lo dice poéticamente: “cuando sueñas, la construcción del mundo es una risa de albañiles”.