Sin Facebook ni Instagram, un sin vivir
Tenía en casa el teléfono móvil lejos de mí, por qué cuando estoy con la familia o comiendo o durmiendo alejo el móvil para que nada ni nadie moleste en tiempos gloriosos, pero cuando a las tres y pico de la tarde fui a mirar unos mensajes de wasap descubrí que no tenía Facebook. Aquí comenzó el calvario mental, comencé a sentir mi enfermedad sicológica, mi dependencia mental a un invento tecnológico que nos tiene muchas veces atontados, enganchados de aquella manera inexplicable y estuve dale que te pulso al teclado infinitas veces escribiendo la contraseña, pensando en miles de tonterías como si el mundo se fuera a terminar.