Un curso de la Universidad de Verano de Adeje enseña a detectar los sesgos cognitivos que afectan a la conducta
La escena es muy común: el hijo lleva a su nuevo novio o novia a cenar por primera vez, y el saludo es demasiado informal, lo cual hace saltar todas las alarmas en los preocupados progenitores.
Esa reacción es producto de los llamados sesgos cognitivos, atajos mentales que las personas toman de manera inconsciente para poder procesar toda la información que reciben a diario. Pero ese rechazo inicial, ¿es necesario? ¿Podría ser realmente buen chico o buena chica? Conocer y evaluar esas reacciones es el objetivo del curso de la Universidad de Verano de Adeje “Sesgos cognitivos: ¿Cómo afectan los errores humanos a la valoración de nuestra vida personal, social y académico-laboral?”, que dirige el profesor del Departamento de Psicología Cognitiva, Social y Organizacional de la Universidad de La Laguna Christian Robert Rosales Sánchez.
Como explica el docente, los sesgos son procesamientos inconscientes que cada persona realiza en sus interacciones sociales. Muchos son innatos y otros, como pueden ser los prejuicios y los estereotipos, son socioculturales, pero todos ellos determinan en muchas ocasiones la propia conducta y las interacciones con el resto de personas. No son malos en sí mismos y, de hecho, son estrategias de supervivencia que han permitido evolucionar a los seres humanos hasta el momento actual, pero hay que saber gestionarlos porque, en algunos casos, pueden determinar que una persona desarrolle dificultades con las interacciones hasta derivar en alguna enfermedad mental. “Lo que pretendemos en el curso es que se tome conciencia de que esos sesgos existen y tomar perspectiva, dar un paso atrás para comprender que se está incurriendo en uno u otro a la hora de valorar e interactuar con otra persona”.
A lo largo del curso, se van a explicar algunos de los sesgos más generales: el sesgo de similitud es el que provoca que las personas tiendan a aproximarse más a quienes con valores e ideas parecidas, a la vez que rechazan a quienes son más diferentes. El sesgo de primacía o recencia, es el que provoca que las personas recuerden más el principio y el final de un evento, olvidando lo que sucede en medio. “Puse en clase el ejemplo de una relación de pareja de diez años, que tiene ocho maravillosos y dos finales malos. Cuando se rompe, según ese sesgo, el recuerdo va a ser de lo último, que además, en este caso, iría asociado a otro sesgo, el de negatividad, pues las personas tienen cierta predisposición a recordar mejor los eventos negativos que los positivos”.
Otros sesgos que se abordaron en el curso fueron el denominado “efecto de halo”, que es la tendencia a agregar características a una personas basándose en la primera impresión positiva que da (por ejemplo, decidir que una persona que es percibida como guapa es también inteligente); y los sesgos de benevolencia y severidad, que serían las tendencias a buscar siempre el aspecto positivo de una persona (“es que no lo hizo con mala intención”) o el negativo (“es que se le ve la mala idea”).
Rosales Sánchez explica que para controlar los sesgos la mejor opción es buscar evidencias objetivas que lo verifiquen o refuten. El problema es que, al ser el sesgo una construcción que realiza la propia persona, es habitual que dé más credibilidad a las evidencias que vayan a favor de la creencia generada, que aquellas que vayan en contra.
De hecho, puede ocurrir que sobredimensione las razones positivas para dar más solidez a su construcción, aunque éstas sean muy débiles: “Magnificaré todo lo que vaya en la dirección de mi construcción y minimizaré lo contrario. Si mi interpretación de la realidad a partir de ese inconsciente es equivocada, voy a buscar todo lo posible para que se mantenga: esa es la dificultad con los sesgos”. Por ello, durante el curso salió a colación en qué medida los sesgos pueden beneficiar la difusión de las noticias falsas, y durante el debate se planteó si la verdad tiene un proceso mucho más lento que las mentiras, “que corren como la pólvora”.
El curso, que también ha sido impartido por la psicóloga clínica Maryurena Lorenzo Alegría, ha finalizado este miércoles, 20 de julio, y ha contado con un alumnado muy variado, con presencia de trabajadores sociales, psicólogos, pedagogos, personal sanitario y profesorado de la ESO, este último colectivo muy interesado en cómo poder gestionar esos sesgos tanto para consigo como para identificarlos en su alumnado y, de alguna manera, tratar de darles estrategias para tomar conciencia de ellos. También hubo trabajadores de empresas, interesados en cómo los sesgos afectan al trabajo en equipo, sobre todo en preferido a las interpretaciones que se hacen de las interacciones.