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viernes, 19 de abril de 2024 09:49h.

¿Existen diferencias entre hombres y mujeres?

Es una pregunta ya clásica en la sociedad, y también el título de un curso de la Universidad de Verano de Adeje que se imparte hasta el viernes 22 de julio.

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Un curso de Adeje señala que la sociedad ha mejorado en igualdad de género pero queda mucho por avanzar

Su directora es Ángela Torbay, profesora del Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación y actual directora de la Unidad de Igualdad de Género de la Universidad de La Laguna, quien aclara que el objetivo del curso no es contestar esta cuestión: “queremos que cada persona que acuda la conteste. No hay una respuesta absoluta porque no hay una verdad absoluta; cada persona, en función de la realidad que ha vivido, la experiencia que ha tenido, y con los datos que nosotras le mostramos, que tome sus propia decisiones hacia dónde quiere caminar en lo referido a igualdad.

El curso congrega a varias especialistas en diferentes materias para abordar diferentes perspectivas de la igualdad: así, la jurista Claudia Ávila abordó la situación actual y los avances que serían necesarios en la legislación sobre violencia de género; la subdirectora de la Unidad de Igualdad de la Universidad de La laguna, Matilde Díaz, hablará del diagnóstico sobre igualdad realizado en la comunidad de la institución académica, que revela que también existen grandes desigualdades en su seno, en materias como la conciliación familiar y el desarrollo profesional; la filóloga Paula Galván aportó nociones sobre cómo utilizar de manera eficaz el lenguaje inclusivo; y la pedagoga Romina Fulco cerrará el curso analizando las “historias de vida” sobre su experiencia en igualdad que se ha solicitado realizar al alumnado del curso.

Ángela Torbay fue la encargada de abrir el curso haciendo una panorámica sobre cómo se ha evolucionado en España en materia de igualdad, utilizando ejemplos extraídos de publicidad y medios de comunicación para observar la evolución experimentada y corroborar que, si bien se ha avanzado mucho, todavía falta mucho que recorrer. 

Un anuncio de brandy Soberano de los años 60, en el cual una mujer le daba la bebida al marido para que se relaje y, así, no le pegue, habla de una sociedad que, por aquel entonces, normalizaba la violencia machista y el sentido de propiedad de los maridos hacia sus esposas. “La mujer creía que tenía el poder para cambiar al hombre cuando le pegaba. Pensaba ‘si le doy Soberano, o si dejo a los niños acostados cuando él llega, o le preparó bien la cena, o no me visto como a él no le gusta…si hago todo eso, él no se enfada’. Y cuando las mujeres han creído que han tenido el poder, es cuando empieza el ciclo de la violencia”.

En los años 90 la publicidad comenzó a mostrar a mujeres en entornos laborales dada la cada vez mayor incorporación femenina al mercado de trabajo, pero como señala Torbay, siempre era en clave sexualizada, mujeres objeto que debían mostrarse guapas, sexis y dispuestas para satisfacer a sus jefes. Podría parecer que la situación ha mejorado con los años, pero la ponente también ha mostrado al alumnado anuncios más recientes, como uno en el que aparece una mujer con las piernas abiertas y dos hombres bajo ella, mirando hacia arriba.

Torbay también ha analizado el contenido de los catálogos de juguetes de las principales cadenas de jugueterías e hipermercados, y todos muestran mismo patrón: la parte dedicada a las niñas está llena de carritos de bebé, cocinitas y muñecas, reforzando el rol tradicional de cuidadoras que se asigna a las mujeres, mientras que en la parte de niños abundan los cohetes, las grúas, los vehículos, para reforzar la cercanía a lo mecánico. “Y por eso, nuestra universidad tiene un 70% de mujeres en Ciencias de la Salud, porque es la rama del cuidado hacia otras personas, pero solo un 22% de estudiantes de ingenierías son mujeres, porque los modelos referentes todavía hoy en día siguen siendo masculinos”.

Torbay defiende que la perspectiva de género debe aplicarse en todos los ámbitos sociales y científicos porque solo así se podrá atender realmente a las necesidad de todas las personas. Y pone dos ejemplos: el primero es su propio trabajo con población penitenciaria, un colectivo que, por ejemplo en la prisión de Tenerife, cuenta con entre 900 y 1.100 individuos, de los cuales unos 100, el 6%, son mujeres, porcentaje bastante similar en todas las prisiones españolas. “Eso nos está indicando que el perfil delictivo es completamente diferente para un hombre para una mujer. Si las cárceles, según la Constitución, tienen como objetivo la reeducación, no puedo reeducar igual a una mujer que a un hombre, porque tienen ese perfil diferente: la mayoría de mujeres están presas por ser mulas de droga, están por hacer caso a hombres, por lo cual su reeducación es totalmente distinta”.

El segundo ejemplo que relata Torbay se lo dio un compañero que trabaja en el acogimiento  residencial, que es el ofrecido a niños y niñas separados de su familia por estar desestructuradas o haber situaciones de violencia. “Cuando hicimos una revisión de los programas de intervención para ese colectivo, el 99% de ellos trabajaban la conducta, la impulsividad y la agresión, que son conductas propias de los niños. Las niñas no muestran esos problemas, sino otros relacionados con la autoestima, la gestión de emociones y por ser víctimas de abusos sexuales. Pero los programas están dirigidos a los chicos, no porque hubiera mala intención, sino porque ellos eran los que llamaban más la atención. 

El alumnado ha tenido un perfil diverso: estudiantes de la universidad, profesionales de Adeje y de centros sociales relacionados con la promoción de la igualdad, e incluso dos personas que trabajan en drogodependencia y consideran que debe haber un trabajo con perspectiva de género en la atención que prestan.