Arona
Los Cristianos, del turismo sanitario, a pasear entre ratas o intentar dormir con el camión de la basura pegado al oído
La transformación de Los Cristianos de pueblo marinero y enclave de turismo sanitario a meca turística es digna de estudio. De la tranquilidad que siempre fue bandera del núcleo costero por excelencia de Arona se ha pasado a una insoportable decadencia en la salud de sus vecinos y visitantes. No es nuevo el déficit de limpieza en el municipio, pero lo observado este verano es como para crear un gabinete de crisis y hacer zafarranchos diarios que acaben con la presencia de roedores en las calles, acompañantes diarios en terrazas y restaurantes de Los Cristianos, Las Galletas o El Palm Mar, junto a las cacas de las mascotas en cualquier jardín público.
Los Cristianos fue en la mitad del siglo pasado el gran balneario de los nórdicos que querían mejorar su salud. Hoy, setenta años después, el núcleo de los playeros de Chasna se ha convertido en la capital del alquiler vacacional, dejando paso "los rusos o polacos", así se denominaban a los santacruceros que venían a veranear, a los italianos, acaparadores de los nuevos negocios de hostelería, dejando atrás el pescado fresco -siempre nos quedará El Cine- ante la invasión de pizzas, pennes y espaguettis.
Pero hablemos de basura que nos ocupa y preocupa, que también fruto de la falta de civismo de los visitantes, y supongo además que de algún vecino. No puede ser que a primera hora de la mañana, paseos que van desde Las Vistas hasta el barranco de Troya sigan llenos de la porquería dejada por los amantes de la noche. Digno de no ver son los alrededores de la EBAR Metrópolis, justo al lado de una escuela infantil de surf. Allí, junto a esos niños, cagadas, botellas, condones, servilletas y hasta alguna jeringa. Es evidente que por ahí, Valoriza no pasa.
Destacaba uno hace unos meses el hecho de que en las principales calles de Los Cristianos los contenedores de basura no se colocaban hasta después de las seis de la tarde, para que los residuos no dejen rastro en el ambiente. Bien, eso está bien. Lo que no entiendo es que los camiones de la basura, por ejemplo, pasen a las dos o tres de la mañana por la calle Suecia, impidiendo a cualquier morador su sueño. El propio ruido de los camiones y la descarga de los contenedores, algunos de vidrio, pareciera que se hubiera declarado una guerra. Mientras, en la calle paralela, la peatonal Juan XXIII, los clientes de varios restaurantes, de comida italiana la mayoría, alargan la sobremesa más allá del horario permitido. Y ya sabemos como de alto "parlan" los transalpinos.
Con ese panorama no es de extrañar que un amigo que vende un apartamento de más de 100 metros cuadrados, con vistas a esas dos calles tan céntricas, tenga problemas para encontrar comprador. Y si no hay "más incidencias", como diría la alcaldesa, es porque la gran mayoría de esos apartamentos están en manos de las plataformas de VV. Y estos no se quejarán, lo más que harán es no regresar a Los Cristianos, o al menos a esas calles. Igual se lo piensan mejor y se quedan en un hotel, si descubren que algunos de ellos pagan porque el camión de la basura no moleste de madrugada.