Mila Hormiga, consejera de Podemos en el Cabildo tinerfeño, detalla que la propuesta de la formación morada es dinamizar e impulsar con las administraciones competentes la realización de un estudio que genere el mapa del amianto en Tenerife y, una vez terminado, coordinar la planificación insular necesaria para su retirada. Como paso complementario, explica, también se plantea crear una oficina de asesoramiento técnico que sirva de apoyo a los ayuntamientos y a la ciudadanía a la hora de identificar este mineral y de ayudar en su correcta retirada. Añade que la formación también defenderá en comisión el próximo viernes que el Cabildo promueva ante las administraciones correspondientes el reconocimiento e indemnización de las enfermedades de origen laboral relacionadas con el amianto.

Este mineral fibroso fue muy utilizado en la década de 60, 70 y 80 como aislante en hornos, calefacción, componente del fibrocemento en planchas (conocidas como Uralita), tuberías, baquelita, zapatas de freno o juntas. “Actualmente se sabe que su polvo contiene fibras invisibles a la vista cuya inhalación puede causar muchas enfermedades, algunas menos graves como las alteraciones pleurales (derrames y placas pleurales) o alteraciones pericárdicas, y otras más graves como la asbestosis (fibrosis pulmonar), cáncer de pulmón, mesotelioma y cáncer de laringe, al tiempo que se ha encontrado asociación con otros cánceres, fundamentalmente gastrointestinales”, indica la consejera de Podemos.

Incide en ese sentido que todas estas patologías tienen en común largos periodos de latencia, de forma que desde que se produce la exposición al amianto hasta que se desarrolla la enfermedad pueden pasar en algunos casos hasta 40-50 años, tratándose  además de patologías irreversibles que siguen avanzando aunque ya no exista exposición. Destaca que eso explica que la carga de enfermedad y muerte causada por el amianto haya crecido de forma manifiesta a lo largo de las últimas décadas. Y concreta  que se estima que cada año fallecen en España unas 700 personas por cánceres provocados por la exposición laboral a este mineral, que más de mil personas fallecerán en el estado español por un mesotelioma pleural entre 2016 y 2020 y, en general, que las defunciones por cánceres del amianto se prolongarán hasta el año 2040. 

“Por todo ello –remarca Hormiga– es necesario trabajar para no generar nuevas víctimas, es decir hay que eliminar o minimizar las exposiciones actuales y futuras gestionando de forma adecuada los más de dos millones de toneladas de amianto que todavía permanecen instalados en España y que en Tenerife llegan a verse incluso en vertederos incontrolados en los márgenes de las carreteras”. Apunta que el Cabildo tinerfeño “debe jugar un papel importante en esta batalla, tanto contribuyendo a la localización y retirada de este material como implicándose en campañas de información que ayuden a tomar conciencia de que cualquier persona que haya estado en contacto con este mineral puede desarrollar una enfermedad relacionada con el mismo y que cuanto antes se diagnostique la enfermedad, más fácil será el manejo terapéutico y mejor el pronóstico”.