Tras ofrecer en esta misma temporada como pianista y director los conciertos para piano 1 y 2 de Beethoven, Iván Martín prosigue su trabajo con la OFGC en torno a esta colección acompañado en esta ocasión por Pedro Halffter. Juntos abordan el Concierto nº 3 en Do menor, una pieza que marca un punto de inflexión, más personal, dramático y genuinamente beethoveniano, frente a la ascendencia clásica de los primeros conciertos para piano del genio de Bonn. 

Bruckner, pieza fundamental en el desarrollo del género sinfónico después de Beethoven, concluyó su Séptima Sinfonía en 1883 y dedicó la partitura al rey Luis II de Baviera. Su diseño responde al tradicional esquema del compositor austríaco basado en la utilización de bloques temáticos, pero su belleza melódica y sus hermosas proporciones le confieren un aura singular dentro de su producción, lo que la ha convertido en una de las favoritas del público. Su intensa emotividad alcanza un momento especialmente señalado en el Adagio, episodio en el que Bruckner entona un canto fúnebre a la memoria de Wagner que adquiere un simbolismo muy especial con el empleo, por vez primera en su obra sinfónica, de las tubas wagnerianas.