La iniciativa ha aumentado en 2020 el número de capturas de esta serpiente en 903, respecto a las capturadas de 2019, periodo en el que se contabilizaron 1.087 capturas. Este incremento obedece a las actuaciones realizadas por las cuadrillas específicas destinadas por zonas y a la colaboración de los ciudadanos. 

El consejero del departamento autonómico, José Antonio Valbuena, subraya la importancia de este trabajo para “mantener el control sobre esta especie invasora y evitar los daños al ecosistema autóctono de la isla”. Asimismo, destaca el papel de la participación ciudadana a la hora de alertar de la presencia de este animal, pues señala que “en 2020, las capturas realizadas gracias a la intervención de los ciudadanos significaron el 41% del total”. El pasado año, de las 1.990 capturas totales, 1.172 correspondieron a capturas directas por personal especializado y 818 a aquellas logradas gracias a la aportación de los ciudadanos.

“A través del proyecto #STOPCULEBRAREAL, se ha capturado en Gran Canaria, desde su puesta en marcha, un total de 9.134 ejemplares de esta especie, de los cuales 4.333 correspondieron a capturas realizadas por personal especializado y 4.801 a aquellas logradas gracias a la intervención ciudadana”, destaca el consejero.

“En el caso de encontrar una culebra real de California, aunque no sea venenosa, es recomendable no manipularla con las manos y mantenerla localizada o inmovilizada, si es posible, hasta la llegada del equipo de trabajo del programa de control”, recuerda Valbuena. Los teléfonos de contacto en caso de avistamiento de un ejemplar son el 112 o el 608 098 296.

La culebra real de California fue detectada por primera vez en Gran Canaria en el año 1998, y en 2007 se confirmó su naturalización y reproducción en el este de la isla. El origen de su introducción y dispersión a nivel insular se atribuye a la suelta o escape masivo de ejemplares mantenido en cautividad como mascota.

Esta especie se incluye en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras, por lo que está prohibida su posesión, transporte, tráfico y comercio (interior y exterior) de ejemplares vivos, de sus restos o propágulos que pudieran sobrevivir o reproducirse.