No podemos obviar que aun siendo el dopaje un problema social, en ningún momento podemos dejar de señalar que es la mayor de las trampas que se puede producir en la práctica deportiva, ya que se acompaña normalmente de un éxito generado a expensas del fármaco prohibido utilizado y dependiendo de la sustancia dopante utilizada, el deportista es capaz de competir más tiempo, actuar y responder más rápido y por supuesto, tolerar mayores cargas de trabajo o entrenamiento.

Además, no es posible olvidar, que, aunque existen laboratorios que luchan continuamente contra el dopaje, hay otros laboratorios que están en las antípodas de lo anterior, buscando nuevas sustancias prohibidas y difíciles de ser detectadas para ampliar el proceso de la trampa y del resultado.

Lo más terrible son los efectos generados a corto, medio y largo plazo, según sean las sustancias prohibidas utilizadas, y no podemos olvidar que algunas muertes súbitas producidas en la práctica deportiva, tienen mucho que ver a corto plazo con las sustancias que enmascaran la fatiga y hacen trabajar al organismo por encima de sus posibilidades, igualmente la presencia de tumores por el uso continuado de los esteroides anabolizantes que tanto cambian la morfología del deportista que los usa, pero que genera una factura terrible su utilización, sin dejar de nombrar los accidentes cerebrovasculares por la utilización de la eritropoyetina.

Está claro, practicar una actividad deportiva dopado, no solo es una trampa continuada para conseguir el éxito, sino un conflicto serio de intereses a nivel de la salud que puede conducir a la peor de las situaciones que nos podemos encontrar.

(*)    Presidente de la Comisión Antidopaje .  Vicerrector de Estudiantes y Deportes