Como cada ceremonia de clausura, está rodeada con cierto halo de tristeza por despedirlos y la sensación de haber vivido dos grandiosas semanas de deporte. 16 días que dan para mucho: instantes para la historia, lágrimas, risas, gritos, sufrimiento, horas de sueño entregadas a una pasión... pero sobre todo un tiempo para dejarnos poseer por el espíritu olímpico. 
Aunque tardaron en caer las medallas, al final llegaron. ¡Y vaya si lo hicieron! Diecisiete podios: 7 oros, 4 platas y 6 bronces. Además de 37 diplomas. Ha habido fracasos, pero no pueden eclipsar a aquellos que nos animan a soñar con el futuro del deporte de nuestro país. Cuando pase la euforia llegará el momento de reflexionar. ¿Dónde han estado los fallos? ¿De dónde vienen realmente estos triunfos? ¿Qué se puede hacer para mejorar? A partir de mañana empieza la carrera para Tokio 2020 y todas estas preguntas deberán ser contestadas. Pero por ahora, al menos por unas horas más, vamos a seguir disfrutando todos esos momentos en que nuestros muchachos tocaron la gloria olímpica.
¡Bravo, luchadores!