Operación Kamala Harris
Tras ver el discurso de Kamala Harris en el acto de su confirmación como candidata demócrata a la presidencia de EEUU, cualquiera podría pensar que este brutal golpe de efecto estaba planeado hace meses. En apenas 15 días, la vicepresidenta silenciosa y desconocida de perfil bajo ha mutado en líder carismática de la esperanza renovada y el mejor antídoto contra la furia ruidosa de Donald Trump.
La estrella del aún presidente Joe Biden, muy inseguro y con claros signos de fatiga, se ha apagado en un abrir y cerrar de ojos, para ceder el testigo a una sorprendente y enérgica Harris, que no solo acepta el reto, sino que agarra la oportunidad de oro que se le presenta y comienza a arañar el techo de cristal con uñas de leona insaciable.
Los 40 minutos que dura el speech son una clase magistral de cómo se construye el relato de una campaña política. La larguísima ovación inicial dio paso a la imagen de una mujer experimentada sin atisbo de miedo o indecisión en sus palabras, muy bien asesorada por su equipo, que fue directa al grano y a la yugular de Trump, mientras mantenía esa expresión de dulzura femenina y sonrisa abierta, asestando frase tras frase, golpe tras golpe.
Su historia personal, en especial la influencia de su madre, fue el hilo conductor de todo el discurso, sus orígenes humildes, el ingreso en la gran clase media hecha de hijos de inmigrantes que, como ella, han trabajado duro hasta conseguir escalar en el ascensor social. Su infatigable lucha como jurista en la defensa de los desfavorecidos, pero al sobre todo en lo que respecta a las mujeres, violadas y humilladas, otro eje clave en la campaña que se centra en la defensa del derecho al aborto, junto al mantenimiento de las leyes de protección social sin olvidar el refuerzo de la frontera, un tema muy sensible explotado por Trump que Harris evita esquivar.
Volver a unir América y no regresar al pasado nefasto y delictivo de Trump, el verdadero enemigo del país, al que, en la práctica, define como un traidor a la patria que no quiere a sus conciudadanos sino a sí mismo, supone una vuelta de tuerca al lema trumpista por excelencia “Make America Great Again” que Harris consigue hacer suyo. La postura clara en el apoyo a Israel, pero urgiendo con determinación a que cese la matanza en Gaza junto al incondicional apoyo a Ucrania y a los aliados europeos en la OTAN frente a Putin y su socio Trump, pusieron la guinda a un emocionante discurso lleno de frescura y positividad. Se avecina una cruenta batalla en la que Trump la obligará a bajar al barro porque en el barro, Trump no tiene rival.
Si Kamala logra recuperar la confianza en los estados bisagra con la ayuda de su candidato a la vicepresidencia Tim Walz, más identificado con la América profunda, podría convertirse en la primera mujer presidenta de una sociedad extremadamente dividida y muy necesitada de nuevos aires que apacigüen la peligrosa crisis interna y confirmen la dirección de su reposicionamiento en el tablero geopolítico global.