En memoria de Juan Santana Ruano
Todos los padres son buenos y nadie es perfecto y deseo hacerle un pequeño homenaje a mi padre, porque el día 20 de agosto cumple siete años de su partida a ese lugar donde vamos todos, incluso los que opinan que la vida es muy larga.
El sábado 20 de agosto del 2016 a las nueve y media de la mañana, llegó el doctor a la casa de Pozo Izquierdo con los artilugios para que mi padre por fin descansara en paz, después de una enfermedad terminal y mi madre junto con mis hermanos no podían asistir a este momento donde el médico le pinchaba un líquido especial para que durmiera para siempre.
Yo sí entré con el doctor a la habitación porque alguien tenía que despedirse por última vez y mi padre era consciente de querer descansar en paz. El doctor delante de mi padre me dijo que una vez inyecte tengo quince segundos para decirle lo que quiera, porque dormirá para siempre y cuando pinchó la aguja acercándome muy cerca a su cara mirándole a los ojos le dije, "Papá, te quiero mucho. Has sido el mejor padre del mundo. Nos vemos pronto". Él no dejaba de mirarme a los ojos sonriendo y cerró los ojos. A las tres horas aproximadamente dejó de respirar y lloramos mucho su despedida.
Durante los últimos cuatro meses que estuvo en casa gracias a Dios y a la morfina pudo soportar los dolores, pero será inolvidable que todos los días era visitado por muchas personas. En la habitación situada en la entrada de la casa cabían seis o siete personas y casi siempre estaba completa, demostrando que a pesar de los pesares, tenía muchos amigos. Cuando aquellos tiempos del hambre en Canarias, un hombre poderoso de Gran Canaria hizo un trato con el que consistió en irse a Marrakech para que contactara con agricultores y enviar muchos contenedores cargados de frutas, especialmente sandías y como quien no sabe la cosa, estuvo cinco años en Marruecos ganando mucho dinero, pero lo más sorprendente fue irse a un lugar donde no tenía ni p. idea del idioma y terminó hablando perfectamente marroquí.
Con mi padre escuché por primera vez a Loquillo y los Trogloditas cuando iba con él en su Toyota Starlet y me puso el cassette con la canción que dice, "Y es que yo, tengo una banda de rock and roll". También fue el responsable de contratar a James Brown para un concierto privado en el año 1987 cuando estaba James Brown en Nueva York y el concierto fue en el Cañón del Águila, Sioux City, un poblado donde todavía podemos disfrutar de espectáculos del western y mucho más.
Mi padre fue un filósofo con infinitas experiencias y recorrió más de medio mundo con mi madre y de vez en cuando con otros amigos. Cuando era pequeño solía despertarme a la hora que sea de madrugada para ver el boxeo cuando todavía las televisiones eran en blanco y negro y solamente había dos canales. Era amante total del boxeo y recuerdo su frase muchas veces repetida, "La vida es como el boxeo, pero tenemos que aprender a recibir golpes, no a darlos o dar solamente uno bien dado".
No me arrepiento de no haberle dedicado más tiempo, aunque a veces sí me arrepiento, pero ojalá le hubiera hecho caso en muchos consejos, por ejemplo que hubiera estudiado una buena carrera y ser piloto de aviones, mi sueño frustrado, aunque dentro de mí, estoy convencido de que nos queríamos mucho y estábamos orgullosos de ser quien somos y lo que somos. Dejó tres hijos y a una hija y soy testigo de que incluso a pocos días de su muerte se aseguró de que mi madre, su mujer, viviera como una Reina y mi madre "vive como una Reina".
Gracias por leer esta carta y espero que desde el más allá, todos los padres del mundo, estén sonriendo. Aquí lo dejo. Estimado lector, gracias por regalar un poco de tiempo leyendo, el tesoro más valioso del Ser humano, el tiempo pasa y jamás volverá.