"Mire vuestra merced -respondió Sancho- que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino".
Aunque suele ser habitual recurrir a un pasaje de “la mayor obra de la literatura mundial” sin precedentes y algunos desarrollos consecuentes; en este caso: no se borra de mis recuerdos, tantos pasajes de la compleja, instructiva, rocambolesca y sin lugar a duda: laberinto de críticas, burlas y enredos de capacidades, que la magistral obra cervantina esconde en sí, y que a mi me da por tratar de comparar la burla a “los idealistas” con la burla de “los mercaderes”… Estos últimos, muchas veces, venden producto desconociendo origen, trazabilidad y sobre todo “su utilidad” el objetivo no es otro (legítimo o no, juzgue el lector) que sobrevivir. Y sobrevivir en las sociedades modernas más que respirar, es tener un “posicionamiento” o te considera, o lo peor: te consideras “un muerto viviente”. Y atención a los “idealistas” en los cuales me considero, incluyo y predico: no es lo mismo aspirar a un ideal (que prostituyen con lo de noble, cuando lo de noble se las trae) que “usar” ese ideal: para aupar mi palmito y mi currículum, tal como mandan lo cánones y quedarme tan “pancho” sin sancho. Bien es cierto que, de todo hay, y que las circunstancias nos pueden. Pero no dejemos de pensar en el atributo de “valor” que, sin duda, puede ser de cambio o de uso. Y he aquí el asunto.