Superar la deriva del 15M y Errejón
El meta lenguaje de "lo que éramos y lo que somos", el llanto y la frustración ya han tenido su cabida. Es la hora del Silencio vergonzoso, para muchos, de agachar la cabeza, para otros de mudar de piel: otra izquierda...pero algunos se fueron a VOX.
Mediocres entre mediocres, con discursos de bares baratos adelante de un café: “no hay pa más.”
Mientras el zoo de los zombies aún siguen buscando morder ( el aire es lo que les queda), las mujeres en petit comité cocen la bandera desfilachada.
Las mujeres son las que aún tienen fuerza de crear espacios seguros y de remangarse y seguir trabajando en los cuidados, en sus espacios laborales y en la creación de una política donde ellas caben y son creadoras.
Porque en muchas ocasiones solo hemos sido usada como portadoras de banderas e ideas/ideales no creadas por y para nosotras.
Tal vez el error fue acatar lo ya dicho y creado creyendo en el espejismo de la igualdad en boca de "señoros" que levantan muros en lugar de puentes.
Hace poco me encontré con una hermana de otro partido(de derecha) y me hablaba como, después de 8 años de trabajo fiel, les quitaron su sitio.
Para los hombres el feminismo ha sido una moda ética. Le quedaba un poco estrecha pero se maquiaron con este rol.
De hecho los resultados están a la vista. Más visibles en la izquierda que en la derecha, pero de igual contundencia.
Mis hermanas tuvieron que pasar por ser apodadas con palabras como BRUJAS, TERF Y (monótono) PUTAS.
Algunas de nosotras enfermó, otras se suicidaron y otras aguantaron duramente.
Mientras volaba en bocas de muchos hombres la palabra SORORIDAD, la invalidación sistemática de las mujeres era diaria.
No nos callammos.
Tenemos nuestros espacios privado de sonoridad y amor. Ahora más guerreras que antes , más convencidas y criando hijas como amazonas.
Despiertas, cautas, conocedoras de estar en una guerra tácita.
Nunca cansadas.
Seguimos , radicales, porque volvemos a empezar desde las raíces.
Tal vez, mi reflexión es un testimonio de cómo las luchas sociales e ideológicas, que parecían cimentar un cambio verdadero, a menudo terminan diluidas, desviadas, y en muchos casos, traicionadas desde dentro. El recorrido de aquellos ideales del 15M hacia su “deriva” parece reflejarse en una decepción no solo con las figuras públicas y sus discursos, sino con el papel que se le ha otorgado a las mujeres dentro de estos movimientos.
La persistencia de las mujeres en espacios que, aunque invisibles o marginalizados, mantienen el verdadero espíritu de lucha y construcción. Mientras otros agotaron su discurso, las mujeres continúan “cosiendo la bandera”, rehaciendo el tejido de una política que, si bien ha intentado apropiarse del feminismo como una moda, ha fallado en reconocer la profundidad y autenticidad de sus exigencias y de su resistencia.
Al final, no se trata solo de espacios seguros, sino de espacios de autonomía donde la “sororidad” no es una palabra hueca, sino una realidad vivida y tejida día a día. Las amazonas, esas hijas que despiertan y luchan, son un símbolo de esperanza en que el cambio real no reside en eslóganes o plataformas políticas, sino en una conciencia radical, viva y enraizada en la experiencia y en la solidaridad genuina.
Mi mensaje es un llamado a esa “otra izquierda” que pueda reinventarse con verdadera autocrítica y respeto, donde las mujeres no solo lleven banderas, sino que sean autoras de un cambio que transforme realmente la sociedad.