La rambla de La Laguna
En Tenerife, estamos, como siempre, en el permanente debate, perdedor de tiempo, trabajo y energías, sobre las colas, atascos o carreteras. De ahí no se pasa, se habla mucho, más de la cuenta, en cambio, no se hace casi nada. Tenemos una isla sobradamente planificada y como paradoja, pobremente ejecutada. Invariablemente, se anuncia lo que se va a emprender en un futuro, que se ve, más a largo plazo, que cercano. No es precisamente, lo que demanda y necesita la isla, hay que cambiar el orden preferencial, a saber, realizar más, teniendo la boquita más cerrada, porque así, ni entran moscas, ni se dicen desatinos.