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viernes, 29 de marzo de 2024 00:49h.

El volcán evidencia la falta de viviendas, pero no para todos

Estalla un volcán en La Palma que se lleva por delante las casas de decenas de familias y la solidaridad de toda España se desata, y viene el presidente, viene el rey, vienen ministros, y el mundo entero mira hacia la Isla Bonita, con las administraciones apresurándose a buscar soluciones, promulgando decretos de urgencia y anunciando que el Gobierno de Canarias va a comprar casas vacías para ponerlas a disposición de las familias afectadas por el volcán. ¿Qué puedo decir?, que es fantástico, el pueblo canario, el pueblo español, cuando se les toca dónde hay que tocar somos muy solidarios.

 Es un drama humanitario, por supuesto, hay que tratar de restituirles mínimamente a estas familias la vida que la lava les ha quitado. Pero... en serio, ¿no le suenan de nada estas escenas? Este miércoles escuché un corte en la radio de una señora de La Palma que había perdido su casa y pedía que alguien le dejara alquilar una vivienda que ella misma pagaría con su sueldo, a razón de 400 euros al mes, una casa vacía, una de tantos propietarios, grandes o pequeños.

Lo curioso de la emisión es que en el corte que pasaron no hicieron mención alguna a la isla de La Palma, ni al volcán, de modo que eso mismo que pedía la señora podía haberlo dicho perfectamente sin cambiar ni un acento cualquiera de las muchas madres de Tenerife que en estos años he tenido que asistir cuando se han quedado sin casa o han visto peligrar su alquiler, tras haber perdido el trabajo y tener escasos ingresos, en muchos casos a causa de la pandemia. 

Créame, es la misma angustia, la misma desesperanza, el mismo sentir que el mundo se te viene encima, la misma incapacidad para encontrar una salida, y también los mismos llantos, el mismo sufrimiento, y en ocasiones, por desgracia en muchas ocasiones, sin final feliz, ni solidaridad, ni interés de las administraciones, ni mucho menos comprarle una casa para dejársela en alquiler a un precio que pueda pagar.  

Es tan sumamente parecido que hasta la solución que aporta el Gobierno de Canarias para La Palma, comprar viviendas vacías a bancos, es la misma solución que llevamos meses reclamando algunos activistas por el derecho a la vivienda a ese mismo gobierno, para que ponga viviendas en alquiler asequible a las muchas miles de familias que malviven hoy en Canarias sin casa ni futuro. Curioso, lo que no vale para unas sí vale para otras, llegando el señor Ángel Victor a asegurarnos que ellos no podían comprar viviendas a bancos.    

¿A qué se debe este doble rasero, se estarán preguntando algunos, cuando tenemos en Canarias a muchas más familias sin vivienda, la mayoría arrasadas también por otro volcán implacable llamado pandemia? El primer argumento no hace falta rebuscarlo mucho: los políticos básicamente se mueven empujados por lo que es noticia y les puede generar mala imagen y restarles votos en futuras elecciones. Así es aunque suene duro.

El volcán de La Palma es un drama humano que está en todos los medios a todas horas, la gente empatiza con las personas afectadas, nos podía haber pasado a cualquiera, y ante esa empatía general los gobiernos están obligados a actuar. No ocurre lo mismo con los desahucios, no están en los medios todos los días, aunque en Canarias en los últimos 2 años estemos sufriendo una media de 7 desahucios al día. No importan las cifras porque apenas se cuentan, y así, no se siente el drama humano, y tampoco hay empatía generalizada, el resultado en  este caso es que no hay urgencia para nuestros políticos, la falta de vivienda para una gran mayoría de los canarios no les resta votos, no pasa nada, que sigan sufriendo. 

Pero hay más, hay una razón más que marca esta diferencia donde aparentemente no debería haberla, y es que el sistema se defiende a sí mismo. ¿Recuerdan?, siempre nos dicen que vivimos en el mejor peor de los sistemas posibles, las democracias capitalistas son el mejor gobierno al que podemos aspirar, por tanto, nuestros políticos, nuestras administraciones nunca van a admitir que este sistema empobrece a la gente de manera generalizada, que nos obliga a aceptar trabajos cada vez más precarios cuando no nos dejan botados en las cunetas de la marginalidad, con buena parte de la población canaria sufriendo sin vivienda, sin trabajo y sin futuro.

No pueden admitirlo porque sería tanto como admitir su rotundo fracaso y con él el de este sistema que tanto defienden. En este punto solo les queda una opción: manipular, maquillar, esconder la realidad... ¿y cómo lo hacen?, muy sencillo: usando un mecanismo psicológico de manipulación social llamado desconexión moral (Albert Bandura). Esto es, el sistema, nuestros gobernantes tienen que tratar por todos los medios de que la población no vea ni empatice con esos otros dramas, que esté entretenida o anestesiada, y desconecte así su conciencia ética. Por eso inventaron una palabra, un concepto, aporofobia, o desprecio al pobre. Así, el pobre casi siempre es culpable.

Da igual que la mayoría de los que ocupan vivienda en España sean familias que no tienen donde vivir y entran en una casa vacía de un banco para que Menores no les quite a sus hijos, ellos le dan la vuelta y presentan a los ocupas como delincuentes y gente de mal vivir que les quitan casas a adorables ancianos, y orquestan una campaña mediática para que todo el mundo se crea esta mentira. Si en cambio no eres ocupa pero te has quedado en el paro y te van a echar de tu casa de alquiler, el sistema utiliza el manido asunto de la libertad. Y es que en las democracias todo el mundo es libre, así que si perdiste el trabajo y no ahorraste lo suficiente y ahora no tienes donde vivir, lo siento, es tu problema, y también en este caso eres culpable. 

¿No sé si lo van viendo? A vueltas con este asunto de la libertad, el sistema se desprende de toda culpa, en la mayoría de los casos. Así, si un piloto alemán estrella un avión de pasajeros a propósito, si un neonazi se carga a tiros a un montón de jóvenes de izquierdas en una isla de noruega o si un padre de Tenerife ahoga hasta la muerte a sus dos hijas, no es culpa del sistema, no es el sistema el que vuelve loca a la gente, son manzanas podridas, son excepciones, al resto no nos pasa nada, estamos bien, todo está bien, el mundo es maravilloso y nuestras administraciones son fantásticas.

Y con el asunto de la falta de vivienda en Canarias pasa exactamente lo mismo: lo de La Palma es una excepción, algo inaudito, un drama humano sobre el que sí hay que actuar, una situación en nada comparable con lo que pasa habitualmente en Canarias con los desahuciados, eso es otro asunto, ellos, los desahuciados, son culpables de su suerte, ahí el sistema y nuestras administraciones ninguna culpa tienen. Y así pronto nos dirán que Canarias está fenomenal, que la pandemia ya casi ha acabado, y volverán con mil noticias sobre recuperaciones económicas, superavits financieros y otras historias felices, para hacernos creer que todo vuelve a estar bien en Canarias.

Pero la realidad es que no está bien, no está nada bien la situación social en Canarias, porque este sistema tal como ha funcionado hasta ahora ya no nos sirve. Los que me conocen ya saben cómo voy a terminar el artículo porque no es la primera vez que lo digo: necesitamos otro sistema, otra forma de gobierno más empática, más solidaria, más justa, es hora de aceptar de una vez por todas que el sistema capitalista ha fracasado, y es hora de probar otras cosas.