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miércoles, 26 de marzo de 2025 00:00h.

Un Llamado a la Concordia Global

En un mundo cada vez más interconectado y vulnerable, la reciente reunión entre los presidentes de Ucrania y Estados Unidos, Volodímir Zelenski y Donald Trump, refleja con claridad los peligros de la desconfianza y la falta de entendimiento entre las naciones. Lo que podría haber sido un paso importante hacia la resolución del conflicto en Ucrania terminó sumido en la tensión, el desacuerdo y la incertidumbre. Este incidente no solo destaca las profundas divisiones entre los líderes globales, sino también el riesgo de que estas diferencias lleven al mundo al borde de una crisis aún mayor.

 

No podemos permitirnos, como sociedad global, seguir siendo prisioneros de intereses nacionales aislados. El destino de Ucrania es, en última instancia, el de toda Europa y, más aún, el de la estabilidad mundial. La guerra, que ya ha causado una tragedia humanitaria de dimensiones incalculables, pone en jaque a una comunidad internacional que se ha visto demasiado a menudo incapaz de actuar con la unidad y la eficacia necesarias para evitar el sufrimiento humano.

Es hora de que los dirigentes políticos internacionales comprendan que el mundo no puede seguir siendo escenario de confrontaciones impulsadas por egoísmos y luchas de poder. La reunión entre Zelenski y Trump es solo un reflejo de una diplomacia mundial marcada por la desconfianza y la falta de voluntad para dialogar de manera abierta y sin condiciones. En este contexto, el sentido común y la necesidad de consenso deben prevalecer. No podemos arriesgar más vidas ni poner en peligro el bienestar de nuestro planeta por no ser capaces de sentarnos a la mesa y entendernos.

El mundo necesita un entendimiento más allá de los intereses nacionales inmediatos. Necesitamos una diplomacia que no solo mire a corto plazo, sino que se proyecte hacia el futuro, buscando soluciones sostenibles que garanticen la paz, la estabilidad y el desarrollo para todos. El acuerdo que podría haberse discutido en la reunión, que involucra recursos de "tierras raras" a cambio de asistencia militar y económica, es un ejemplo de cómo los acuerdos pueden ser moldeados para beneficiar a todas las partes involucradas, siempre que haya una disposición real para negociar de buena fe y sin intereses ocultos.

El peligro de una posible alianza entre Trump y Putin que deje a Ucrania fuera de la ecuación es otro recordatorio de la fragilidad de la paz en un mundo donde los líderes aún priorizan sus objetivos geopolíticos a expensas de las personas a las que sirven. En estos momentos críticos, necesitamos más que nunca que los líderes mundiales actúen con responsabilidad y visión, reconociendo que las decisiones que tomen no solo afectarán a sus naciones, sino al equilibrio global.

Hoy, hago un llamado urgente a la reflexión: el sentido común debe prevalecer sobre la arrogancia. Los intereses particulares no deben ser el motor de las decisiones políticas internacionales. Debemos actuar como una comunidad global unida, donde las soluciones pacíficas y colaborativas sean la norma, no la excepción. El futuro del mundo no está en manos de unos pocos, sino de todos nosotros, y cada día que pasamos sin encontrar un acuerdo de paz en Ucrania, arriesgamos no solo el futuro de esa nación, sino también el de toda la humanidad.

Es hora de dejar de lado la retórica y las acusaciones, y enfocarnos en el bien común. La paz, la cooperación y el entendimiento deben ser los pilares de nuestra diplomacia global. Solo así podremos construir un futuro más seguro y próspero para todos.

Mohamed Jamil Derbah*
Consejero Especial del Primer Ministro de Guinea-Bisáu y Presidente del Grupo de Comunicación Sol de Canarias