Conversación entre dos células
Son dos células que se encuentran, las llamaremos CA y CB. Hacía tiempo que no se veían y CA le pregunta inquisitivamente a CB si es de izquierdas o de derechas, del Barça o del Madrid, de Motos o Broncano, machista o feminista, si esta a favor de la inmigración o en contra, independentista o españolista, activista del cambio climático o negacionista…
Para ya de preguntar, no tengo ideología, me dan igual el fútbol y la tele. CA, extrañada, le vuelve a exigir que elija si se siente hombre o mujer, si es una rica heredera, o es otra de esas células caraduras que viven de las ayudas sociales, acaso creerá que se puede ir así por la vida. Entonces, CB sonríe y le responde que no tiene sexo, ni dinero, ni bolsillos en los que guardarlo. Pero, le increpa CA, digo yo, alguna casa en la que quedarte, familia, impuestos que pagar, préstamos que pedir al banco, ascender en la escala social, comprar móviles, electrodomésticos, muebles, las cosas que se necesitan para ser alguien.
De nuevo, CB reacciona, calmada pero firme, y le explica que no desea atarse a una hipoteca, que la vida ya es bastante complicada como para entretenerse con lastres innecesarios. Bueno, perdona, le ruega en tono desesperado CA, al menos sabrás lo que ocurre, eres de X o de Facebook, supongo que leerás y escucharás sobre las amenazas, las guerras, la política, el poder, los desastres, el miedo… dime lo que opinas sobre lo que opinan de todo lo opinable. Basta, zanjó CB. No estoy al tanto de lo que dicen los medios ni las redes, no uso internet. CA, fuera de sí, le grita, pero entonces, CB del carajo, tú no crees en nada ni en nadie.
Claro que sí CA, yo creo en Sánchez y solo en Sánchez.