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viernes, 18 de abril de 2025 00:00h.

Están lloviendo mentiras

Forma parte de la condición humana utilizar la mentira como herramienta de autodefensa ante una situación incómoda. Esa espiral desemboca en la construcción de una una sólida verdad alternativa. Insistir en la mentira hasta sus últimas consecuencias es un fin en sí mismo para el fanfarrón que nunca lo reconocerá. Hitler, encerrado en su búnker, gesticulaba como un poseso mientras profería gritos a sus asustados generales tratando de revertir desesperadamente una realidad que se le había vuelto en contra.

La cuestión ahora es saber si la sociedad norteamericana sabrá calibrar los disparates que les cuela el emperador del pelo naranja a todas horas. El recurso de morir matando, modo egoísta de matarse a sí mismo, ha sido empleado a menudo por los perdedores de una partida que creían ganada de antemano.

El diseño del mundo actual es diametralmente opuesto al que tiene Donald Trump en su cabeza y su estrategia de matón imberbe nos empuja a decirle adiós al faro de Occidente para buscar nuevas alianzas. Pero la industria de la mentira aumenta su producción de bulos encadenados. Es mucho más rentable mantener un poder cimentado en el engaño puro y duro.

El frío y paciente Putin y el chino Xi Jinping, manejan la maquinaria de propaganda represora que inventó Goebbels en el nazismo y nuestro Camaleón Sánchez ha hecho de la huida hacia adelante un estilo de vida que él mismo acuñó como manual de resistencia. En las reuniones de Bruselas, caen falsedades como aguaceros sobre la verdadera capacidad de Europa para unirse bajo una política común.

Nos hemos quedado huérfanos de liderazgo, a uno y otro lado del Atlántico caen mentiras financiadas por el cinismo de macarras con egos insaciables. La hipocresía de nuestro mundo vende paraguas inservibles. La razón se nubla. Y no para de llover.