"Fachitis Plantar"
Me asomé a la ventana, era la chica de ayer con un caminar raro, como si tuviese miedo de pisar con la planta entera del pie. Iba escorada y continuamente se paraba y hacía estiramientos en el bordillo de la acera. Lo vi claro, tenía fachitis plantar.
A lo largo de la rambla, deambulaban peatones afectados por el mismo problema, nadie describía un camino recto, sino diagonales extremas que intentaban evitar tropezarse con otros fachitas plantares, sin llegar a conseguirlo.
Aquella curiosidad me resultaba preocupante, así que anduve dentro de mi piso y respiré. Al sentirme bien, se me ocurrió pensar que quizás fuese el único que no padecía de fachitis. Mientras dudaba sobre la conveniencia de tocar en la puerta de mi vecina para comprobar si el mal se había extendido en el edificio, puse la tele para distraerme. No podía creerlo, miles de personas apenas se sostenían en pie, avanzaban con lentitud, y lo mismo ocurría con los conductores que torcían como radicales a izquierda y derecha. La fachitis se estaba adueñando del país y los discursos de los políticos solo conseguían agravar la situación, bastaba con observar sus dificultades para acercarse al micrófono y las palabras fachitas que empleaban en ruedas de prensa donde hasta las imágenes cojeaban.
Tuve miedo de salir a la calle, la fachitis debía ser altamente contagiosa, acaso el mismo aire que respiramos producía ese cambio. Sin respuestas, llegó la noche, eran las campanadas de fin de año, los presentadores sujetaban las copas de champán con evidentes signos de fachitis. Recurrí a mi amigo Antonio, el buen doctor, que me aconsejó estirar.
Tú estira, no hay otro remedio conocido, mira, el 2025 será un año de fachitis plantar, otra pandemia mundial para la que existe una antigua vacuna, aunque no sé si funcionará. La llamaban democracia.