Buscar
martes, 10 de diciembre de 2024 00:10h.

El nuevo orden canario

Admitámoslo: Canarias ha cambiado. Y más que va a cambiar. Los que no cambiamos somos nosotros, entendiéndose ese nosotros como el ecosistema administrativo político empresarial en el que se regocijan las élites auto satisfechas. Y sí, seguimos adheridos como lapas a la roca público privada, inamovibles, mientras el mar de la realidad golpea y erosiona las capas de una Canarias de liderazgo lento. 

Se lo digo en lenguaje sabinero: Absurdo como esperar a que escampe la tormenta del aumento de la población que viene a trabajar, a invertir y a vivir, en vez de plantear, pero ya, una ley de residencia negociada con Europa. Inútil como pretender meter más coches en la misma autopista, sin un plan de movilidad que promueva el transporte público y los trenes, y que no tarde treinta años en llegar.

Cansado, como los sillones del Parlamento Canario, de escuchar letanías cuasi adolescentes sobre las conclusiones del estudio realizado por el Comité de expertos acerca del análisis en cuestión. Violento, como el precio del alquiler ante la ausencia de viviendas sociales y de protección oficial, construidas con materiales de calidad, para no obtener clones de los guetos de pobreza y exclusión social que crecen desaforadamente. Perdido, como el eterno desesperar por encontrar la salida del expediente de un proyecto en el laberinto poblado por funcionarios y técnicos dedicados a crear más laberinto, en lugar de transformar de arriba abajo la administración para hacerla más ágil, solvente, cercana.

Amargo, como el café del pesimismo contradictorio que sirven grupos ecologistas denunciantes de modelos de desarrollo, de los que viven, y vivimos, aunque no lo quieran reconocer. Oscuro, como el futuro de Canarias, si no ponemos a los mejores a diseñar soluciones sensatas para los inmensos retos que afrontamos. Y pagarles, sí, pagarles bien.

El nuevo orden canario no saldrá barato, pero, ya saben, lo barato siempre sale caro.