¡¡Cuento evocado de Navidad!!

Estaban llegando las fiestas que más ilusionan a los niños, y a los menos niños. La más bella noche del año se iba acercando lentamente; el clima, en ese tiempo, siempre parecía inhóspito, con un aire frío y una ligera aguanieve que azotaba el rostro expectante de la infancia, la cual solo espera ese milagro que se piensa que puede ocurrir en el momento que el niño desea. La gente parecía tener prisa; sin tropiezos, se asemejaba a una carrera corta, pero la verdad es que cada uno solo veía sus pies, debido a la velocidad a la que caminaban.
Era tiempo de no estar fuera de casa y sí de disfrutar del aliento hogareño que brinda el entorno de tus padres y hermanos, quienes te arropan con su presencia y con esa alegría de saber que siempre te aguardan. Era la "Nochebuena".
Esos pensamientos siempre los he tenido presentes; nunca he querido que se despegara de mí esa nube que mantiene la infancia, el deseo de pensar que mañana será mejor y que lo que se tiene hoy debe estar repleto de cariño y comprensión por parte de los tuyos, sintiendo el calor de los abrazos que me dan mis hermanos cuando los vuelvo a ver. Porque el cariño de los hijos y nietos se lleva consigo. Esa comunión de cariño es lo que más se valora en estos tiempos, y sin duda, será eterno.
La Navidad es una fiesta alegre, distinta a todas, pero triste para aquellos que no tienen y no sienten lo que todos debemos tener. Algunos cuentan con ese amor que penetra en cada momento de tu vida; si en verdad quieres ser feliz y sentirte tú mismo, eso es parte de la felicidad que posees.
Hoy, este cuento es más bien una evocación al tiempo pasado, bonito, amable y querido: “a esa niñez bendita, donde no había abundancia de nada, solo lo justo para que en la casa, todos alrededor de la 'mesa camilla', evocáramos estas Pascuas como un don divino que nos regalaba amor por las cosas, por todas las cosas que tuviéramos, aun cuando fueran escasas.
En esos momentos, estaban presentes las ausencias de comidas que hoy disfrutamos, y que en aquel entonces eran un sueño en esa infancia dura que vivimos; esa generación que pudo pensar y soñar que algún día lo tendríamos, esa ilusión que cierra el círculo de la felicidad”.
Pasaron los años, y lo blanco ya peina las sienes. El recuerdo y la nostalgia te ocupan cada vez que llega la Navidad, con los seres que aprecias y quieres. Aunque quedamos (pocos), los que se fueron los añoramos con nostalgia (muchos), y los que vendrán (que serán muchos más) deben tener una buena fraternización con todos. Sobran días al año para resolver dudas y problemas, pero no debe ser únicamente en Navidad cuando debemos pensar en que hay que estar siempre unidos.
Pero ese halo de niñez que todos hemos tenido debe mantenerse siempre limpio de espíritu. De esta forma, se notará la diferencia, y no desaparecerá ese espíritu que te ayudará a sentirte diferente y a ver que todo en la vida te lleva a un entendimiento y comprensión que te permiten sentir, en tu propio ser, que el gran norte de todo en tu vida ha sido y es el amor que podamos tener hacia los demás, para poder dar felicidad a todos.
Salvador Barnés
¡FELIZ NAVIDAD!