La derecha y su titubeante posición al voto
Ese pequeño debate que, en su momento, se pensó que llevaría a la reducción de las pensiones, las ayudas al transporte y a los damnificados de Valencia y La Palma, así como a la regulación de las eléctricas, se debió a la incapacidad de llegar a un acuerdo para votar a favor del "Ómnibus" que Sánchez presentó en el Congreso. Como todos sabemos, Vox, el PP y Junts votaron en contra. Sin embargo, toda la oposición al PSOE, casi más rápido de lo que se esperaba, dio un paso atrás y optó por el sí. ¿Para qué todo este sainete?
La oposición que tenemos es como una huerta en la que todos quieren regarla para que florezca. Pero los "gurús" de las diferentes comunidades del PP se pisan la manguera sin ningún recato, a menudo discutiendo el criterio que debería seguir el partido de Moreno en Andalucía, que está a favor del voto emitido por el Ómnibus. Por su parte, Ayuso se opone. Como vemos, todos tienen sus propias posturas, pero no se unifican como marca la dirección del PP. Así, cada comunidad vota según su criterio, sin darse cuenta —o sin querer saber— que el único que realmente se beneficia de esta situación es el prófugo Puigdemont y el PNV vasco, mientras dejan a Feijóo en una nebulosa de poder dentro del partido.
Existen también diferentes políticos del PP que no están dispuestos a negociar ni con Junts ni con el PNV, ya que se sienten completamente excluidos. Estos "engañadores de derechas" parecen tener como objetivo la fragmentación de España. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Ayuso, se ha erigido como la Juana de Arco de muchas demandas de la derecha, rechazando tanto al “trepa delincuente” catalán como a los vascos del PNV. Con esta postura, Ayuso le está restando liderazgo a Vox y su espacio para trabajar en estrategias electorales de cara a las próximas elecciones.
Se sabe que el acuerdo inicial entre el PP y Junts consistía en asfixiar a Sánchez al no votar el decreto. Sin embargo, como hemos visto, las aguas han vuelto al redil que marcó Sánchez, y en un tiempo récord, han recogido velas y votado a favor del decreto Ómnibus, todo un enigma que nadie logra explicar. Estas posturas infantiles parecen beneficiar únicamente al "niño de Waterloo". Esto ha resultado en un complicado entramado de criterios y políticas a seguir entre el PP y Vox, quienes enfrentan serias dificultades para derrocar a Sánchez. ¡Oiga, es que no pueden!
Aunque el crecimiento de Vox debe ser tenido en cuenta, Feijóo debería suavizar su tono contra Abascal. Nadie desea una guerra política entre el PP y Vox. La derecha reconoce que Sánchez es el presidente y, de momento, inamovible, a pesar del creciente cerco judicial que rodea a su gobierno. Sin embargo, como vemos, la derecha pierde terreno; se abre y se fractura.
Hay una creciente rivalidad por el mismo espacio político, y las acusaciones entre ambos partidos no benefician en nada a sus millones de votantes, quienes observan que no hay ningún acercamiento entre sus líderes. Las palabras se vuelven cada vez más contundentes, y parece que no hay intención de calmar la situación; al contrario, se avivan las tensiones en cada instante.
Esto resulta particularmente sorprendente, considerando que hacia finales del año pasado hubo un acercamiento prometedor entre ambas formaciones. Sin embargo, amigos, esto es la política, y nuevamente están a la greña.