¡Siguen cantando himnos que dejaron millones de víctimas!
Desde la Gran Guerra de 1914, en la que el comunismo bolchevique se encontraba en plena expansión, esta ideología ha sido responsable de la muerte de más de cien millones de personas, quienes fueron masacradas por los regímenes comunistas apoyados por los soviéticos. El terror propiciado por figuras como el asesino Stalin ha dejado una profunda huella, y aún hoy, Occidente parece haber olvidado la ruina, la muerte y la miseria que estas políticas de exterminio causaron. Sorprendentemente, muchos continúan aplaudiendo y defendiendo esta macabra idea.
En la actualidad, quienes se autoproclaman fervientes antifascistas a menudo ensalzan el comunismo con entusiasmo. Esto nos remite a un pasado lúgubre, marcado por la persecución y las visitas a las checas, donde no se perdonaba a quienes no compartían las ideas comunistas.
Durante el 41º Congreso del PSOE, celebrado en Sevilla, pudimos observar un menor compromiso con el Partido en comparación con otros eventos. La mayoría parecía más interesada en adorar al "becerro de oro", es decir, al líder Pedro Sánchez, incluso a costa de su salario. Esta percepción fue captada por muchos, y parece que se confirmó.
Sin embargo, no deseamos insinuar que en España se esté jugando con estas anomalías, ya que la izquierda a menudo parece pensar que seguimos bajo alguna forma de dictadura opresora. No estamos bajo la vigilancia de la KGB rusa, ni bajo la GESTAPO nazi, ni bajo la BPC de Franco.
Vivimos en una democracia consolidada, en un país libre, amparados por una Constitución que garantiza la expresión de la opinión de su pueblo.
Lo más lacerante de todas estas manifestaciones políticas es que, al examinarlas con detenimiento, parece que no sirven para nada. Es fundamental que todos los ciudadanos comprendan su responsabilidad en este contexto.