Ya estamos viviendo plenamente lo que se ha denominado la cuarta revolución industrial, caracterizada por la digitalización, globalización y la máxima conectividad. Lo cual produce cambios personales y sociales, además de transformar el sistema económico. La incorporación de las nuevas tecnologías es un hecho irrefutable, que nos envuelve, condicionando nuestro quehacer diario en todos los ámbitos. Esta transformación, que no cabe duda implica progreso, nos tiene que hacer tomar conciencia de la responsabilidad que tenemos para asumir lo novedoso, incorporarlo y hacerlo fructificar. Las posibilidades son enormes, las ganas se suponen, la capacidad se forma y los resultados dependen de la implicación. Klaus Schwab presidente del Foro Económico Mundial ya lo ha puesto de manifiesto cuando dijo que “la cuarta revolución industrial afectará la esencia misma de la experiencia humana”.