En Alemania se contaba una anécdota, parece que veraz, de un cura que estuvo casi toda su vida ejerciendo su labor pastoral en un mismo pueblo. Cuando ya era mayor y llegó su edad de jubilación, los parroquianos le prepararon una fiesta, para agradecerle todo el bien que había hecho, a lo largo de tanto tiempo. Al final del convite, ya todos alegres, empezaron los discursos y uno le preguntó ¿por qué en las homilías siempre decía lo mismo, año tras año? y el sacerdote, socarrón, mirando a todos y con una leve sonrisa respondió, “porque ustedes siempre se confesaban de las mismas cosas, una y otra vez”. Pues esta anécdota, nos sirve para volver a mentar la problemática que pasamos los ciudadanos, los empresarios y los políticos, con una administración pública que no sirve y necesita urgentemente un cambio para modernizarla, actualizarla a los nuevos tiempos y hacerla más productiva, como mínimo, al nivel de la iniciativa privada, que funciona con rapidez, eficiencia, operatividad y resultados comprobables y además medibles.