Hasta aquí hemos llegado, no podemos seguir igual como si no pasara nada. La tesitura es tan catastrófica, que necesita medidas urgentes que pongan alguna solución al desmadre de una Función Pública carente de eficacia gestora. Claramente no sirve, es más, sólo es buena para molestar. Estorbadora, más que ayudadora. Lenta hasta la impaciencia. Incumplidora de los plazos de resolución de expedientes o licencias como norma de conducta habitual, sin ninguna responsabilidad por los retrasos, sin que nadie asuma obligaciones o alguna inhabilitación, dando mal ejemplo a los ciudadanos o empresas, a los cuales, por el contrario, son muy expeditos al exigir los tiempos establecidos por la Normativa vigente para pagar impuestos, con los que se nutren los buenos y seguros sueldos de los que no terminan nada o dejan caducar papeleos, certificaciones, documentación, recursos, informes y demás andanzas. Definida como como aquella actividad que realiza la Administración para poder alcanzar sus objetivos o también la que desarrolla de manera directa o delegada, con el objeto de cumplir su fin último: el interés general, es una aberración o si se quiere suavizar el termino perversión de lo que debería ser un servicio público eficaz.