El impulso de la iniciativa privada será quien sacará a este país del atolladero en el que estamos sumergidos, primero por la crisis sanitaria provocada por el COVID-19, después, por la inestable e incierta política del gobierno central y más tarde, por la prolongación innecesaria del estado de alarma, más allá del tiempo preciso. Las medidas extraordinarias que se han impuesto han propiciado una paralización de todo el sistema productivo en los tres últimos meses y pueden poner en peligro la reconstrucción, si se mantienen por más tiempo. Es el momento de arrancar de una vez la potencialidad del tejido empresarial, como generador de actividad y empleo, porque hay que impulsar la economía inmediatamente.