Viene la Semana Santa y todavía con mascarillas y con la nefasta guerra en los televisores. La Semana Santa es esa celebración callejera que convoca a tanta gente dos años después de que se iniciara la pandemia, claro que también hay otra mucha gente para las playas en ese magnífico puente de primavera, la previsión es que se reactive en grande el tráfico aéreo y vuelva el turismo. Decía el ilustre masón Juan Rodríguez Doreste que él aceptaba la Semana Santa porque forma parte de nuestra cultura, una puesta en escena de la Contrarreforma frente a los protestantes, que asociamos siempre con Sevilla, con Valladolid, con Zamora, la distinta iconografía, las procesiones con desfile de miles de cofrades, las saetas, el colorido de la madrugada, la devoción real o teatral de las multitudes. La II República no quiso o no pudo prohibir las corridas de toros y las procesiones, esos elementos de cultura del pueblo que gustan a miles de visitantes extranjeros