El espectáculo, porque no tiene otro nombre, que continuamente está dando la clase política en este país, es vergonzoso, por no darle otro nombre más específico, pero fuera de toda urbanidad o educación, que no se merecen los lectores. Puro enfrentamiento, por todo y por cualquier motivo, aunque sea nimio. Bajeza de planteamientos o razonamientos justificativos de las distintas políticas públicas que, por supuesto no funcionan, al carecer de consistencia planificadora o estructuración metódica. Carencia evidente, en muchos casos, de preparación académica, profesional o técnica, para ocupar cargos que les quedan muy grandes, por las responsabilidades que se tienen que asumir y que rechazan por miedo a fallar, ya que no tienen los conocimientos necesarios para tomar decisiones contundentes, faltando seguridad personal, porque en demasiadas ocasiones, los puestos políticos no son ocupados por las personas con los perfiles adecuados, sino por cuotas de género, de partido o de isla.