La Palma es fortaleza
La erupción volcánica en La Palma está teñida de tragedia humana, económica y social. Los sentimientos están a flor de piel, porque las pérdidas materiales, no son exclusivamente las que provocan desasosiego, sino también, los recuerdos, las vivencias, el arraigo a la tierra donde se ha vivido por generaciones y sufrir en un instante, el vacío de quedarse sin nada. Los damnificados merecen todo respeto, ayuda, solidaridad y mucha comprensión. Las administraciones han prometido de todo y en colores, más ayudas, de lo que seguro van a cumplir, no porque no quieran, sino por su intrínseca incapacidad gestora, que hace que la burocracia ralentice todo, lo pare y al final destruya cualquier iniciativa.