Llevo más tiempo del que pensaba con un símil claro en la cabeza. El de una piñata que solo tiene cosas buenas en su interior y al que se le da palos para que se rompa. El turismo se ha convertido en Canarias en esa gran piñata, que recibe golpes por todos lados, en especial de algunos que han ostentado el poder político en los sucesivos gobiernos y que ahora, como si nada hubiesen tenido que ver en el devenir de nuestras Islas, se suman al carro de las críticas a un modelo que dicen que no funciona. Ahora. Solo algunos partidos parecen ser coherentes con lo que han defendido siempre.