Los mismos de siempre, que según les convenga, un día se presentan como verdes, otro como rojos, también multicolores y siempre como morados, siguen emperrados, desde su populismo retrógrado y fracasado, en obstaculizar la estabilidad económica, la creación de empleo y el bienestar social en nuestra tierra. Desde su atalaya de superioridad ética, que se arrogan con total impunidad, sin vergüenza y con mucha desvergüenza, están siempre dando lecciones de moralidad, comportamientos íntegros y salvadores de la humanidad. Su altanería les hace olvidar que son simplemente humanos, llenos de errores, como todos e imperfectos como cualquier persona. Están continuamente pontificando y los que se atreven a contradecir sus consignas, son espoleados, porque no les entra en sus cabezas iluminadas, que haya gente que no los entienda o rechace sus planteamientos ideológicos.