Preocupa, por su incongruencia, la excesiva burocracia que soportamos ante cualquier iniciativa a presentar en las distintas administraciones. Es un mal endémico, con dificultad de extirpar. Parece ser, que no hay político con agallas suficientes para acometer los cambios estructurales y las decisiones valientes, que den solución a este grave problema, que paraliza la actividad económica y enturbia las relaciones entre administrado y administrador. Algunos de los actuales y flamantes dirigentes del Gobierno de Canarias, cabildos o ayuntamientos, han implantado una nueva moda, incómoda e inútil, que retrasa todo, burocratizando aún más, cualquier trámite a realizar.