Arona fallida
Arona sigue siendo un municipio fallido, empezando por su ayuntamiento. No es nueva la inestabilidad política, desde que Alberto González Reverón y sus grupos de gobiernos fueran inhabilitados a más de treinta años por corrupción continuada. Incluso desde antes, donde el gobierno ha estado más fuera que dentro del ayuntamiento. Ahora, con la entrada de Vox, se escribe un nuevo capítulo en la negra trayectoria del tercer municipio de Tenerife, al menos por número de población, la empadronada y la que no lo está.
Tanta mediocridad política, incluso hasta cuando se ha gobernado con mayoría absoluta, ha ahuyentado a los vecinos de las urnas, con el triste balance del 60% de abstención, tanto que se dice, y no sin razón, que si todos los italianos votaran (11.000 censados) tendríamos un alcalde transalpino.
Aquí en Arona no se trata de ideología, como afirma Fátima Lemes, y así ha sido en la historia democrática, con gobiernos multicolores y sucesivas purgas en socialistas y nacionalistas, los que han contado con más apoyo en esos años. Precisamente la corrupción y la falta de liderazgo ha permitido el crecimiento de otras formaciones, pero sin fuerza para hacer un machaco y limpio en ese ayuntamiento donde los técnicos están enfrentados o pidiendo traslado, los concejales hacen de sus áreas departamentos estancos y algunos promotores turísticos siguen campando a sus anchas.
Pero si faltaba algo más para el fango aronero es que al cese de los cuatros ediles de Más por Arona lo haya 'arreglado' Fátima Lemes con la entrada, por primera vez en una administración pública tinerfeña, de la ultraderecha o, como a Náim Yánez le gusta, los patriotas. Para seguir en minoría (12 de 25), igual sin la ultraderecha (solo 10, los de PP y CC) viviría mejor, ahora y en un futuro. Blanquear a Vox le costará muy caro a populares y nacionalistas en mayo de 2027, si antes no llega una moción de censura.
Patriotas que van a llevar Cultura, Turismo y Empleo, por ejemplo, y en donde no dejarán de poner su sello, ese que marca el único que decide en esas siglas, Santiago Abascal.
A mi, en lo personal, Naím me cae bien. y creo sinceramente que está en el partido equivocado. Pero, para que quede claro, no puedo comulgar con quienes desprecian al inmigrante, niegan la violencia contra la mujer y la libertad sexual o aplauden el genocidio de Gaza. Sin entrar en más detalles, ¿te parece poca ideología, Fátima?