Dos preguntas obligadas, la primera, ¿cómo hemos llegado hasta aquí?, la segunda, si hay algo que podamos hacer para revertirlo.
Para responder a la primera pregunta fundamental apuntar al origen, y el origen de lo que hoy sucede está básicamente en la forma en la que el capitalismo y su manera de pensar calculadora y cosificante se ha impuesto en la mente y en las vidas de los ciudadanos a este lado del mundo, desde que en 1989 cayó el Muro de Berlín. Es sencillo, una vez que el capitalismo triunfó como modelo económico, para asegurar su pervivencia a perpetuidad debía lograr pasar a dominar con su lógica todos los ámbitos de la vida de las personas, no solo el económico, y eso es lo que ha ido trabajando sin parar en todas estas décadas. La primera consecuencia de la imposición paulatina del lenguaje y las lógicas capitalistas, los gobiernos socialdemócratas de la mayor parte de Europa, incluimos aquí al PSOE, se van adaptando, cediendo, y, en definitiva, claudicando con las directrices económicas generales que marcan los mercados y los grandes poderes económicos liberalizantes, guardando únicamente un mínimo maquillaje social para parecer de izquierdas, pero renunciando progresivamente a conquistas y luchas sociales históricas irrenunciables.